Todos tenemos alguna habilidad exhibida o escondida que, además de los rasgos físicos y la personalidad, nos caracteriza y nos define como individuos. Algunos, las desarrollan de más chicos, otros de más grandes. Pero lo importante en este proceso, es darse cuenta de que cualquier habilidad puede ser aprendida y adquirida a través del estudio de métodos, técnicas y herramientas, pero lo más importante recae en la práctica y en el entrenamiento.
El Future-Thinking o pensamiento del futuro nos invita a desarrollar una habilidad única e inigualable que se nutre de lo desconocido, de lo oscuro y de lo difuso. Características que, a simple vista, parecieran ser temerosas e intimidantes.
Que el futuro sea desconocido es lo mejor que nos puede pasar ¿Qué sentido tendría la vida si conociéramos la precisa configuración de nuestro porvenir? ¿Sería desafiante para nosotros saber que cualquier acción que hagamos en el presente va a desembocar en ese “futuro” que ya conocemos? Desde la concepción epistemológica de esta disciplina, las respuestas a estas dos preguntas son: ¡ninguno! y ¡no!
La incertidumbre que define al futuro es el condimento necesario para activar nuestra actitud prospectiva
La incertidumbre que define al futuro es el condimento necesario para activar nuestra actitud prospectiva. Además, hace que actuemos con suma proactividad, creatividad e impulso en el presente para alcanzar lo que soñamos.
El mundo actual, azotado por el estallido del coronavirus, se encuentra en plena transformación. Tendencias aceleradas y cambios de paradigma en muchos sectores y dimensiones sociales, económicas y sanitarias, hacen que la velocidad de los cambios sea casi imposible de alcanzar. Para algunos, hasta resultaría absurdo siquiera comprender su proceso de metamorfosis.
La unidad de medida en el campo del future-thinking son las señales de cambio. Son aquellos pequeños eventos o hechos que pasan desapercibidos pero que poseen una fuerza motriz para disrumpir y alterar el tablero de juego. Para identificarlas debemos desarrollar un horizon-scanning o escaneo del ambiente, una de las técnicas que se desprenden de esta disciplina. A su vez, al analizar diferentes alternativas de futuro con el diseño y la narración de escenarios podemos detectar los cambios emergentes y actuar en consecuencia para afrontarlos de la mejor manera, ya preparados.
Estar preparado implica hacer un click en nuestro mindset y desafiarlo de forma constante a que salga de su zona de confort. Tendremos miedo, nos sentiremos incómodos y nos molestará que las cosas no estén configuradas como a nosotros nos gustan, es decir con nuestro sistema de sesgos preexistentes. Pero estimular a nuestro cerebro para que haga este ejercicio nos permitirá leer el mapa de otra manera, y repensar los problemas, eventos y fenómenos que suceden en nuestros entornos día a día y siempre los abordamos de la misma manera.
La adquisición de la capacidad anticipatoria, la esencia práctica que el future-thinking nos brinda, representa la habilidad más importante a obtener para afrontar lo que resta del turbulento y ambiguo siglo XXI.
La adquisición de la capacidad anticipatoria, la esencia práctica que el future-thinking nos brinda, representa la habilidad más importante a obtener para afrontar lo que resta del turbulento y ambiguo siglo XXI
Explorar los posibles futuros de forma sistemática nos hará crecer como individuos, como sociedad y como nación. La ventaja y los beneficios que esta práctica colectiva ofrece son cualitativamente diferentes con lo que hoy creemos que nos hace marcar la diferencia. Ahora bien, para poder alcanzar esta capacidad, primero hay que conocerla profundamente. Entender su razón, su arte, su objeto y sus principios. No basta con solo leer este artículo.
Hacer un viaje al futuro requiere de una flexibilidad mental suprema, pero por, sobre todo, de una gran responsabilidad. Cuando nos adentramos a observar una imagen de futuro debemos saber que los actores que interactúan en él son sobre todo personas. Sentir las consecuencias que las acciones del presente dejarán en el mañana es determinante para modificar nuestros patrones de conducta actuales en pos de la construcción de un mundo mejor.
Debemos recordar que el objetivo no es adivinar ni predecir qué es lo que va a suceder, eso es imposible. La misión radica en utilizar la información que las imágenes del futuro nos muestran para crear memorias sobre ellas en el presente y actuar en consecuencia.
La curiosidad y la imaginación son dos factores necesarios para realizar este viaje. Tenemos que utilizar el futuro, aún con su oscuridad e incertidumbre, para transformar el presente con un propósito claro y colectivo. La resiliencia que adquiriremos en el camino es un gran poder que tendremos el día de mañana para adaptarnos a la disrupción permanente que el mundo traiga consigo ¿Estás preparado?